lunes, 1 de octubre de 2007




[xxi, xxii]


Osvaldo recuerda: “Sobre lo que dijo Alfredo de pintase la cara con un carbón, en el barrio de Boedo se usaba un corcho quemado, se lo quemaba en el fuego hasta ponerlo negro y con eso se pintaban la cara. Negro Paulino dice que las murgas eran exclusivamente masculinas, cosa aceptada por todos pero charlando con Muralla me comentó que esto no es así, que él tiene una foto de una murga o comparsa (…) donde eran todas mujeres. En la década del 20 o 30 creo que me dijo. También se puso de moda en la década del 50 o 60, "pedirle" prestada la antena de la radio a los autos estacionados, se le ponían cinta en la punta y se usaban como sustituto del bastón. Travesuras de pibes de barrio con pantalones sin bolsillos. Esto duró hasta que la yuta cazó la onda y te esperaban en los corsos y atroden con antena prestada y todo.[xxiii]

Continúa Pupita: “¡Cuánta historia! ¡Cuánto testimonio de primera mano. Valiosos retazos que van reconstruyendo la trama murguera. Se aclara, entonces, el origen de la rumbera (históricamente posterior a la levita) y la diferencia en el maquillaje con el actual. Con respecto a la levita, el origen (quizás más mítico que real) "se corre la bolilla" de que fueron los negros esclavos los que las introdujeron al usar las de sus amos. (De aquí surge toda una línea interpretativa que pivotea sobre la tradición de rebeldía que caracterizaría al género murguero. Aquí entra también la cuestión de las patadas y los saltos como símbolo de independencia. (…) Aun así, aquí juega también la hibridación porque paralela y complementariamente hay que considerar los elementos europeos que fueron acoplándose. Este año he visto a Los Fantoches de Villa Urquiza con unos abanicos muy lindos hechos de madera y tela pero no usados de la manera que relata Negro Paulino. En la foto de los Chiflados de Almagro[xxiv] se pueden apreciar también abanicos (Coco Romero en su libro data esa foto en el año 1973. ¡Yo me imaginaba que era muy anterior! Cosas del sepia, como diría Alfredo.) No sé en qué momento se habrá generalizado el silbato porque primigeniamente era el director el único que tenía uno (me han referido que esto era así en los años treinta y cuarenta por lo menos) ni tampoco en qué momento - aunque calculo que tiene que haber sido cuando las murgas crecieron en número de integrantes - comenzó a verse lo que ahora se llama desfile de entrada con formaciones de dos, tres o cuatro por línea. Anteriormente, las mascotas y los murgueros entraban bailando "libre" (término muy moderno) de a uno. Así también me han contado. ¡Lo que cuenta Osvaldo es otro dato extraordinario a los que ya nos tiene acostumbrad@s! Igual que el dato de las antenas de auto. Ahora prácticamente no se ve bastón, ¿no es cierto? Esto de la foto que cuenta verdaderamente revolucionaría las pautas de conocimiento sobre el género (es decir, la relación mujer/varón) en la murga. El mismo había dicho (y también sostienen Alfredo y Negro Paulino) que era casi impensable – “una locura” - que las mujeres integraran el "cuerpo artístico" de la murga y mucho menos tocaran bombo…”
Negro Paulino añade: “…Es verdad Pupita lo que observás de los abanicos. Lo que ocurre es que la función de las fantasías ha perdido sentido, al punto que se están reemplazando con sombrillas y banderas; que no son "fantasías", son banderas y sombrillas (ocupan muy poco lugar para transportarlas). La practicidad mata – a mi entender – la creatividad artística. La bandera y la sombrilla son la "estética" de la cancha. La murga, si bien tiene mucho que ver con la cancha, es otra cosa.Este tema de las fantasías, entre muchos otros, son eslabones perdidos, que quedan en la memoria de la gente grande, como yo que he visto con mucha pena, como la circunstancia de marginación sufrida por el género, lo ha ido empobreciendo artística y culturalmente, haciéndonos perder la noción del por qué de las cosas.En lo referente al origen de las levitas, coincido con vos, Pupita. Y lo de las patadas, la libertad y todo eso, me parece una interpretación mas poético-ideológica que una verdad histórica…”
Agrega Osvaldo: “...Sobre la levita y los colores se decía que a los esclavos sólo se les permitía usar el color blanco y en carnaval se desquitaban usando todos los colores.Unos dicen que los apliques brillantes es porque usaban la levita al revés y el forro era brillante y otros que son las alhajas de las damas de alta alcurnia…”
Pupita escribe: “…En los primeros años cuarenta, Los Fantoches de Iberá y Donado (seguramente los ancestros de los actuales Fantoches de Villa Urquiza) en los cuarenta usaban casquete. Sólo el director llevaba galera. El traje de los murgueros (solamente varones) era blanco y negro. Llevaban instrumentos de cartón "de fantasía" y ahora reparo, gracias al valioso comentario de Negro Paulino, ¡en la esencia y el sentido de la palabra fantasía!
Recordando a José Luis Lagoa – recientemente fallecido - cuenta Lucas de Los Inevitables de Flores: "...José Luis nació en el barrio de Palermo el 14 de Mayo de 1939, y en consecuencia, como buen originario de Palermo, desde pequeño estuvo cercano a las murgas hasta que con 20 años de edad y junto a otros notables murgueros que también han partido, se lanzan en la aventura de sacar varias murgas, entre las cuales estaban, por ejemplo, Los Averiados de Palermo y otras tantas. Su rol de claro cantor, con una gracia y un sentimiento inimitable, lo lleva hasta sus últimas actuaciones en vivo junto a Los Inevitables de Flores, que fue su última murga en el carnaval 2007, destacándose en el repertorio de canciones, una canción de homenaje interpretada por el mismo: "Baila Murguero". Abogado de profesión y cantor de ley, en los últimos años participó en diferentes proyectos musicales como son: El Gon de la Madinaca, Comme il Faut o La Fonola Porteña hasta la actualidad. Falleció en la mañana del viernes 15 de junio, en la casa del mismo barrio que lo vio nacer, mientras se encontraba durmiendo, dejando un legado de poesía y canto resonante sin igual..."
Y expresa con hermosas palabras José de Los Inevitables de Flores y La Fonola Porteña: “…“Con ese corazón tan cinco estrellas” que decía un juglar gallego, me parece que le queda el talle a José Luis Lagoa. Este repentino adiós que nos dejó, todavía reverbera en el frío porteño. (...) Toda esa sensibilidad que le ponía al tango, a la murga y gracias a ese misterio que es transmitir desde el arte, nos dejó un legado frondoso, en donde cada palabra, cada gesto, tuvo su justo eco en el sentimiento de quien la recibía. Lagoa es Buenos Aires, ese viejo Buenos Aires del que cada vez queda menos y que tanto alimenta el mito de nosotros los murgueros. Aquel mito en el que toda la ciudad era feliz. Aquel en el que todos tenían un techo y una familia a donde ir a dormir. Aquel en donde la alegría no se escatimaba, sino que se compartía..."