lunes, 1 de octubre de 2007

"De ese Sugerente Color Sepia..."
MURGAS Y CARNAVALES EN LA ARGENTINA DE AYER
Por el Grupo Dalemurga

Aportes a una construcción colectiva de la memoria y la historia de la murga y el carnaval

Testimonios de (por orden de participación):
Héctor “Pichi” Roterio de Los Caprichosos de San Telmo
Pupita La Mocuda
Coco Romero
Fede de La Venganza de los Pobres
Osvaldo de Los Dandys de Boedo
Alfredo Armando Aguirre
Jorge Omar Pereyra
Mariano Víctor Jara
Dany de Los Firuletes de Pompeya
Ramiro de Los Guardianes de Mugica
Fernando “Chipi” Marín de Los Inquietos de Monte Castro
José Manuel Prieto (Esoj) de Eso en mi Barrio es Pelea
Nelly de Los Guardianes de Mugica
Ariel Prat
Negro Paulino Nievas
Fede (Pulga) de Cachengue y Sudor
Feca Feca
Lucas de Los Inevitables de Flores
José de Los Inevitables de Flores y La Fonola Porteña
Sergio de Vicente López
Jorge Mercado de Los Endiablados de Villa Ortúzar
Daniel Gustavo Sánchez
Diego Robacio de Gambeteando el Empedrado
Y
tod@s l@s demás integrantes del GRUPO DALEMURGA desde la lectura sostenedora y solidaria.

Compilado y editado por Pupita La Mocuda




“…No quería dejar de pasar la oportunidad de hablar de Muralla, personaje si los hay. Eso es Muralla, un verdadero personaje. Tuve la suerte de conocerlo en un cumple del Turco.[i] Ese día había una banda de viejos murgueros: Gigue, Lorenzo, Carita, Longo, Carlitos, Pantera y muchos más. Me sentía como sapo de otro pozo (yo llegué a la murga hace apenas diez años) y estar con esos monstruos era algo más que fantástico. (Nunca pensé en emocionarme tanto a los casi cincuenta que tenía en ese momento.) Fue en una cantina de Palermo. Bueno, la cuestión es que todo el mundo que estaba en ese cumple decía: ‘…Yo me saqué una foto con fulanito…" Otro respondía: ‘...Yo me saqué con Sutano.' Todos tenían, según decían, una foto con algún famoso. Muralla sacó de su porta-documento una foto, en blanco y negro por supuesto. En una escalera había tres personas. En la pared de esa escalera había una inscripción hecha en metal con letra inglesa que decía: “Puerta de Hierro”. Las tres personas eran El General Perón, John William Cooke[ii] y Muralla. ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja! Esa noche me dice por lo bajo: “…Mirá. Ahora toda la cantina deja de hablar para escucharme a mí. Y cantó Remembranzas. ¡Mama! La cantó en sus dos versiones: el tango original y la letra de la murga…” Así relata Héctor “Pichi” Roterio de Los Caprichosos de San Telmo este singular suceso enumerando nombres que evocan rostros preciados de la historia de nuestra murgueridad reciente a la vez que descorriendo el velo sobre una trama de napas temporales que conviven y se resignifican constantemente.
Esta forma particular de hacer historia, de contar nuestra “pequeña” historia, nuestra historia “desde abajo”, a la que acudimos en ¡Dale Murga![iii], es aquella que recurre a la memoria y a la experiencia para acercarse a la vida cotidiana y a las formas de vida no registradas por las fuentes tradicionales. Los recuerdos nos enseñan cómo los varones y las mujeres pensamos, vimos y construimos nuestro mundo y cómo expresamos nuestro entendimiento de la realidad. Los relatos, electrónico-epistolares en este caso, nos introducen al conocimiento de la experiencia individual y colectiva. Porque lo que interesa, precisamente, es la manifestación de la experiencia propiamente humana. Así, puede potenciarse el conocimiento del pasado al proveer voces, por ejemplo, a silenciosas o ajadas fotografías, develar distintas perspectivas, recuperar visiones diversas de los hechos políticos, sociales o culturales y aclarar significados cristalizados por la cultura dominante: otra manera de preservarlo debido a que sólo una ínfima porción de lo recordado se documenta y se registra.
En este sentido es que podemos decir que tod@s somos sujetos de lo histórico. Memoria e historia se abrazan y se adecuan una a otra. La propia vida y experiencia se entreteje con la vida y experiencia de otras personas. De ahí que nuestro testimonio de lo vivido y la exploración de nuestros lugares de memoria sean valiosos y merezcan ser recordados en la reconstrucción del tiempo pasado. En lo que aquí nos compete, agrupaciones tales como las murgas, comparsas o grupos humorísticos conformadas por el pueblo mismo reconfiguran y reacomodan un saber y un hacer de antaño que se crea y se recrea al margen de las instituciones participando de la fiesta popular por excelencia: el carnaval.
Pregunta Pupita refiriéndose a la película La Murga de René Mugica, realizada en el año 1963. “¿El tema es murguero o se toma la murga meramente como una excusa para la trama? [iv]
Coco Romero señala: “…Pupita, como René Mugica es un gran costumbrista, tiene esta película elementos interesantes y valor documental. A partir de un hecho real se llevó a la ficción. En mi libro agrego alguna información complementaria. Desde que hago talleres la recomiendo, pues es uno de los primeros antecedentes de la murga de niños (con los elementos tradicionales del tachín - tachín) en formato de película. Los inmigrantes, las diferencias de clases, el discurso de lo oficial a través de la voz de un cura desde el púlpito, el conventillo, y la murguita que salió a cantar para ayudar a otros. Es un aporte a la murga de entonces que no se repite en cine con ese formato. Cada tanto la pasan en el canal Volver[v]…”
Fede de Venganza de los Pobres cuenta: “…es una película argentina que ejemplifica la murga de chicos que Nariz llamaba del tachín- tachín y que cuando el director se enferma de polio lo ayudan… ”
Y Osvaldo de Los Dandys de Boedo agrega: “…Yo la vi. Trata de una bandita de pibes de barrios que juegan al fútbol y también arman una murga para el carnaval, pero es muy poquito lo que muestran en realidad”
Alfredo Armando Aguirre se incorpora al intercambio: “Entre mis relaciones me jacto de conocer mucho de cine argentino de la época de oro. Tengo más o menos fichado todo lo que se fue estrenando desde Tango en 1933 hasta fines de 1959. Después tengo algunos baches. Como este de La Murga. Como esa es la época previa al comienzo del declinar de las murgas, que se produjo en la autodenominada "Revolución Argentina", (vulgo Onganiato), y barrunto que con la ayuda de la Iglesia Católica, que nunca se bancó al carnaval y no en el "Proceso" (que se limito a sacar el feriado, imagino que asesorado por la institución antes mentada), era interesante saber de su contenido porque el autor no se andaba con chichitas y era un cine muy costumbrista. Me alegra y comparto el juicio de Coco Romero. Poco se habla de las murguitas, tipo "Los Chicos de Ensenada" donde yo "salía" entre 1954, 1955 y 1956. Esas murguitas salían cuando bajaba el sol, luego del juego con agua. Los tambores y los bombos eran latas de dulce de batata, de aceite y los platillos eran los de las tapas de cacerola. A veces alguno se pintaba con carbón o con los lápices de labio de las mamás. Era como el inicio a las murgas de verdad. Se hacía un estandarte de lo que se podía. La mía por el estandarte parece que había comenzado en 1953. Dábamos vueltas por el barrio y pedíamos propina luego de cantar algo: El cantito era así:
"La rana tiene cola
El sapo tiene espinas
No se hagan los otarios
Y aflojen la propina”
Se solía cantar en la puerta de los bares que tenían por el verano las mesas afuera. Por eso creo que vale la pena ver la película con atención…”
Jorge Omar Pereyra hace memoria: “Acá en Merlo se jugaba al carnaval… con los vecinos… con los parientes… con los amigos y por supuesto con amigas… ¿Baldes de agua? Acá se hacía todo un sistema de inteligencia para mojar a aquellos que no querían salir de sus casas: baldes, bombitas, pomos, jarras… Todo aquel recipiente que servía para juntar agua se usaba… y eran capaces de pasar largos ratos escondidos esperando que se asomen los que estaban secos. ¡Qué fiestas! Y después al corso… Allí se bailaba, se jugaba… Mirábamos las murgas y comparsas que desfilaban… Y buscábamos la manera de conquistar la chica que nos gustaba… ¡Cuántos recuerdos!”
Mariano Víctor Jara expresa: “…Buenoooooo Jorge...tu nostalgia optimista me ha devuelto al debate en Dalemurga. Yo nací en Balvanera. Realmente no me acuerdo por razones de edad… pero por suerte tengo a mi vieja y a un tío sobrevivientes de la dictadura que me cuentan de la época de oro de los carnavales, mi vieja me contaba que antes de la noche negra del 76,donde vivíamos cerca del Shopping Spinetto, que en esa época era un mercado, nuestra casa tenía o tiene –porque existe todavía ahí por la calle Alsina – un pasillo laaaaargo que en realidad son departamentos pegados unos al lado de otro; y mi vieja me contaba que a cierta hora de la tarde todos los vecinos bajaban al pasillo con su balde de agua y se armaban batallas en el buen sentido... Después terminaba la fiesta y todos colaboraban para secar el pasillo y a la noche a esperar la murga del barrio que bailaba en el mismo pasillo donde se jugaba al agua, para luego invitarte al teatro o a la Avenida de Mayo. Yo le decía a mi vieja: ‘¡Me estás jodiendo! ¡Tanta solidaridad en este país! ¡Uuauuuu! ¡Todo lo que asesinaron! (…) [vi]
Retoma Jorge Omar: “…Con respecto a (…) las murgas antes de la dictadura (…) hubomurgas muy grandes cuentan los más viejitos. Los corsos se realizaban en la Av. Libertador en Merlo, que tiene un bulevar y una extensión de 6 cuadras, iban y venían desfilando. Yo recuerdo, de pequeño, que las familias se juntaban allí, disfrazadas unas, otras jugaban con un martillo de plástico. Otras con un pequeño pomo tiraban agua pero todo era sano. Elegían la Reina del Carnaval; había concursos...”
Dany de Los Firuletes de Pompeya confirma: “Es muy cierto lo que cuenta Jorge, un amigo ya conocido. Merlo tiene mucha historia de carnaval.... Los corsos de la avenida eran fabulosos, así como también los de Parque San Martín… Y más cercano a mí los corsos en mi querida Pompeya, nuestro barrio acá en Merlo...”
Ramiro de Los Guardianes de Mugica sostiene: “…Hay poco de la murga actuando pero tiene algunas cosas interesantes. La película es del 63 pero la historia creo que era de los 50 y muestra cosas que de alguna forma siguen pasando: Un murga de pibes (Los Amantes de la Garufa) de un conventillo a la que mucha gente, como el cura de la iglesia, los echa y desprecia. Su "Director" (también un pibe) se enferma y muere porque el hospital no estaba equipado para tratarlo. Después, la murga actúa en varios barrios y con lo recaudado ayudan al hospital. Termina con alguien que dice algo como "...y todo gracias a la murga". Eso es de lo mejorcito, reflejando un poco esa unión y función social que hay en la murga. Una parte divertida es cuando están armando la murga y discutiendo que nombre ponerle y uno propone que se llame "Proletarios Uníos” (¿Será el abuelo de Mariano?). Obviamente, la calidad del sonido no es muy buena y se entienden la mitad de los diálogos, pero vale la pena tratar de verla. Tiene algunos momentos interesantes: muestra el contraste de gente de "clase alta" que desprecia a la murga por ser "cosa de negros" con los pibes en el barrio. Si pueden verla contemplen un detalle: el gordito que toca el bombo no tiene platillo (¡Chán!). Y el ritmo es un pulso muy derecho - en el lenguaje "académico" (…) serían dos compases de 4/4 que se repiten: dos blancas, dos negras y una blanca. Ojo tampoco tomemos a esa película como la verdadera historia de nuestro carnaval; es solo una película pero que puede aportar….”
Pupita añade: “Esta puntada hilvanada en 1963 da cuenta de la profundidad de la memoria colectiva y de que el hilo no estaba totalmente cortado. ¡Y no llegó a cortarse del todo luego! Algo de esto está también presente (por lo menos en el nombre, y esto sí lo recuerdo del libro de Coco) en Pajarito Zaguri y su Murga del Rock and Roll en 1975 con el pibito en la tapa. El relato de Alfredo me recuerda lo que me han contado en mi ámbito familiar de Los Fantochitos de Iberá y Donado (derivación de Los Fantoches, célebre murga también de esa esquina, que hoy en día luce orgullosa la fecha 1933 en su estandarte) que tenían una impronta muy parecida a lo que cuenta él de su murga de Ensenada. De las murgas de tachín - tachín puede verse esta antigua fotografía que generosamente aporta Fernando “Chipi” Marín de Los Inquietos de Monte Castro en la que se observa a su abuelo Tati”[vii]