lunes, 1 de octubre de 2007

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Sostiene Sergio de Vicente López: “…La memoria es frágil y los recuerdos subjetivos... Pero la memoria colectiva es persistente y los recuerdos son selectivos. Si los carnavales de antaño son ya una muletilla, y los corsos y murgas una realidad que se niegan a morir, debe haber, como suele suceder, múltiples razones…” Y acerca el siguiente testimonio sobre los carnavales en Vicente López: “El 28 de Mayo de 1929 nace el Club Social y Deportivo "Unión Florida" en Av. San Martín 3270/80 al lado del Cine San Martín y comienza con los bailes de Carnaval en 1930. Con el tiempo se traslada a San Martín y Echeverría, y por cuestiones de la construcción de la Panamericana, adquiere tres lotes en su actual dirección (Bernardo de Irigoyen 1540) hacia 1947. Dentro del predio había una tarima con ruedas a los efectos de escenario. La razón de las ruedas era para poder aprovechar mejor el espacio, tanto para deportes como para espectáculos. Mi padre que vivía a dos cuadras de allí y jugaba al basquet comenzó con un amigo a organizar los bailes de Carnaval a mediados de la década del cuarenta donde tocaban "la típica y la jazz". Ya por esa época los bailes se incrementaban año a año con mayor cantidad de gente, incluso con gente en la calle por no poder entrar. Era considerado por aquel entonces como el club que más gente atraía. Entre los años 55 y 60 festivamente podía alcanzar 3000 personas o más, a club lleno, incluidos los dos balcones que posee (en el primer y segundo piso). La entrada al Club estaba pintada como si fuera una boca abierta y adentro con figuras gigantes, banderines, serpentinas y globos colgando. Todos los años se hacían cosas diferentes, los mismos socios trabajaban para divertirse. Era netamente familiar, no faltaba ni la abuela y la diversión era a más no poder... papel picado, lanza perfumes y hasta harina (el agua estaba prohibida). Por el Unión Florida pasaron orquestas como Feliciano Brunelli, Los Bambucos, La Jazz San Francisco, Los Wawancó, Yuyu Da Silva, músicos populares como Juan D Arienzo, Pugliese y hasta otros de nivel internacional pasaron por la institución. El Club no contaba con ningún Centro Murga propio pero se organizaban entre los socios y formaban una pequeña comparsa y disfrazados iban así al corso oficial que en esa época se ubicaba en la Avenida San Martín, desde la estación Florida Este hasta la Avenida Maipú. Había carrozas, murgas, disfrazados y tanta gente que no se podía caminar por las veredas.En esa época existía un edicto policial que decía que toda persona disfrazada con la cara cubierta debería obtener el permiso correspondiente en la comisaría de su zona. Con respecto a esto puede consultarse, con fecha del 11 de Febrero de 1911 la Ordenanza Nº 40, Libro de Actas Nº 2, folio 150, Cultura en las Fiestas de Carnaval: Art.1º - La Municipalidad de Vicente López deja librada a la cultura del vecindario la celebración de las fiestas del carnaval. Art.2º - Cualquier exceso que ofenda la moral o falte el respeto de los demás será castigado con las Ordenanzas que en cada caso leserán aplicables. Art.3º - La policía expedirá sin cargo alguno los permisos de disfraz a las personas mayores de 15 años. Art.4º - Toda persona que haga uso del disfraz sin el permiso correspondiente, incurrirá en una multa de diez pesos m/n. O en su defecto cinco días de arresto. Art.5º - Comuníquese a la Intendencia para su cumplimiento.” Y añade: “Fundado en 1937, el Club Social y Deportivo Estrella Federal ubicado en Ayacucho 745, Florida, tuvo su época de esplendor en los últimos años de la década del 70 cuando un grupo de jóvenes ganó las elecciones y renovó su Comisión Directiva. En ese momento llegaron a tener quinientos socios. Su actual presidente, Claudio Guida, acompañado por un grupo de jóvenes dirigentes, algunos hijos de aquellos que en su momento cambiaron la historia de la Institución, se empeñó en seguir enarbolando la bandera de los Carnavales a través del corso que se desarrolló año tras año de puertas para dentro. Allí actuaron las Murgas locales e invitados, desbordando por completo la capacidad del Club que era el único que propiciaba un corso en la Zona Norte. A esto se sumó que auspiciado por la Dirección de Cultura y Educación se llevaron a cabo algunas fiestas pre-carnavalescas los domingos cuando caía la tarde. Un intento de contagiar al barrio de un poco de calor y ruidosa alegría, en contraposición al tedio de los domingos de invierno. [xxvii]
Jorge Mercado de Los Endiablados de Villa Ortúzar cuenta: “…Los recuerdos de mi niñez son de alrededor del ´55 (en el 55 yo tenía diez años). Soy de Urquiza pero veía murgas también en otros corsos (Flores, Paternal) y en los "cines de murga" como el 25 de Mayo, en Villa Urquiza. Recuerdo muy bien "el candado y la llave". Iba un murguero sosteniendo con sus manos un gran candado, detrás de su cuerpo, allá por donde la espalda pierdesu buen nombre. Lo seguía detrás otro murguero con una enorme llave intentando embocarla en el candado, cosa que nunca lograba por los movimientos del que ibaadelante que no paraba de bailar. Las galeras estaban adornadas con felpa (las mismas que se usaban para los arbolitos de navidad) y espejitos. Como ya comentaron, cada galera tenía una peluca de largos y lacios pelo pegada por detrás. En cuanto a los silbatos, no estoy de acuerdo que los usara sólo el director. Recuerdo perfectamente, porque era algo que me parecía hermoso, que durante el desfile toda la murga tocaba el silbato, haciendo un contrapunto que a mí me parecía un concierto de grillos. (Esto se lo contaba a mi hija cuando era muy chica, explicándole qué era una murga antes que lasconociera). La pintura de la cara la recuerdo en parte. Pero se usaba lápiz de labio y carbón, y los motivos podían ser un corazón en cada cachete, bigotitos finos y largas patillas. (En aquella época no se usaban las barbas. Creo que Los Pecosos de Chacarita se pintaban pecas. Sus levitas eran negras. Recuerdo perfectamente los abanicos: eran enormes y daba la impresión de requerir un gran esfuerzo para manejarlos. Así y todo hacían bastantes demostraciones de destreza. Cuando en la actualidad estoy desfilandocon el estandarte en algún corso muy concurrido, me pregunto por qué delante de mí no va un abanico de aquellos abriendo el paso. Otra cosa característica de aquella época es que toda la murga bailaba arriba del escenario. Los últimos en bajar eran los bombos, que hacían distintas piruetas mientras se mataban tocando con todas sus fuerzas…”
A lo expuesto por Jorge pueden asociarse estas imágenes que él mismo aporta y sobre las cuales cuenta: “Los dos primeros son el frente y el interior de un programa del Cine Gran Atlántico del carnaval de 1962. (…) Se trata de una presentación de carnaval con actuación de murgas y otros números artísticos y con la conducción de un animador de televisión. El Gran Atlántico era un cine que estaba en la Avenida Álvarez Thomas donde ahora se encuentra New York City. Creo que debe haber sido uno de los últimos espectáculos que hubo de estas características, y ya no tenía el brillo de las de épocas anteriores, pero es un testimonio de algo que, allá por los ´50 había sido habitual. Las murgas tenían un lugar en los cines - teatros de los barrios…”