jueves, 6 de septiembre de 2007

1º Congreso del Carnaval Porteño - Mesa Historia del Carnaval
Ponencia de MARTA DE ALUCINADOS DE PARQUE PATRICIOS

El carnaval, su significación, su importancia, su legitimación y la precaria relación con los medios de comunicación.
Cuando llega el carnaval y vemos que no hay afiches en las calles, que la ciudad está como si nada fuera a suceder, que los medios de comunicación no hablan de los festejos que se están preparando (más allá de algún cronograma que puede salir en algunos diarios y anunciarse en algunas radios´, más allá del esfuerzo de algunos periodistas y murgueros para darle publicidad a los festejos); sentimos que algo está fallando y en general ponemos el acento en la falta de voluntad política por parte de las autoridades de turno de Cultura para darle a esta fiesta su verdadera dimensión y visibilidad a través de la difusión.
Y en cambio resuena en todos lados un mega recital de figuras de gran convocatoria, o la televisión nos muestra la espectacularidad del carnaval de Río o de Gualeguaychú.
El contraste está en los hacedores del carnaval, porque cuando llega el carnaval, las murgas lo viven con ansiedad y alegría y con una fuerte cuota de adrenalina porque es el momento más especial del año, más esperado, se vive con toda intensidad ese protagonismo que les cabe a las murgas, a las agrupaciones de carnaval en general, a los más de 15 mil artistas carnavaleros que tiene la ciudad, a sus familias, a sus amigos, a los espacios barriales de alcance.
Cuando llega ese momento, Buenos Aires se reparte entre esa sensación tan honda, feliz y alegre, más una participación que aún no podemos, o yo por lo menos no puedo caracterizar claramente, de vecinos que van a los corsos que útlimamente alcanza la cifra tan importante de un millón de espectadores entre los distintos corsos y noches de carnaval; y se reparte también en otros segmentos que pasan, siguen, se quejan, o simplementente no se sienten convocados, y el carnaval les pasa inadvertido.
En el medio faltó la articulación, la potenciación de la fiesta, la instalación de la fiesta, que se sienta, que la fiesta sean los corsos y no sólo los corsos, que se instale la magia del carnaval, que haya ganas de festejar, que se sienta la alegría del carnaval en la ciudad con sus propias características, con su propia identidad, con esa forma barrial y popular, ganando las calles, las calles angostas, las calles anchas, iluminadas, centrales, que habla de nuestra identidad, de nuestra historia, de nuestras invenciones, de nuestro pasado y de nuestro presente.
Entonces…llegó el carnaval, y qué pasó?
Cuál es la pregunta?
¿Qué pasa con los medios de comunicaciòn que no transmiten el carnaval de Buenos Aires? ¿No les interesa porque no tienen la espectacularidad de Brasil o Gualeguaychu?
O ¿Qué pasa con los organizadores del carnaval, no tenemos estrategias para llegar a los medios de comunicación y difundir el carnaval? ¿Acaso hay una estrategia definida?
O ¿Qué pasa con el Estado que no publicita ni promueve la comunicación del carnaval?
O ¿Qué pasa con el mismo carnaval de Buenos Aires que no convoca a los medios, a la gente?
¿Qué pasó con su historia, con la memoria, con su significación, que pasa con el feriado de lunes y martes de carnaval? ¿Por qué la democracia a lo largo de estos 24 años dejó vigente el decreto antipopular y represivo que la dictadura de Videla impuso en 1976 queriendo sumir en el olvido la alegría popular? ¿Por qué frente a una fiesta patria como el 25 de mayo se convoca para un mega evento a una expresión del carnaval de otro país? Uno se pregunta qué pasa con nuestra fiesta.
Lo cierto es que cuando una construcción popular tan fuerte como es el carnaval no logra instalarse en la sociedad, son varios los factores que confluyen. Y la primera cuestión a despejar, por lo menos en principio para el análisis, es que no es la función de los medios de comunicación instalarla, así, simplemente, instalarla, sin ver antes qué hay de ella, qué es de ella.
No obstante, más allá de estas preguntas, sabemos que los medios de comunicación, los medios masivos, hegemónicos, los que forman opinión, los que son parte de la superestructura de una sociedad, los que sí acompañaron el silenciamiento del carnaval en las épocas más duras del país, operan desde un recorte ideológico de la noticia, que no responde precisamente a divulgar y potenciar la cultura popular. Aunque sí la expresan cuando en ella encuentran provecho, o la registran en forma minimizada, secundaria, o la registran cuando ella se impone por su propio peso y logra atravesar las barreras editoriales.
Entonces, cuando un hecho se instala en la sociedad es un conjunto de factores relacionados lo que hace posible su instalación, factores relacionados de a partes, mezclados, asociados,disociados, en una articulación que no es lineal ni estática.
Entonces un hecho, en general, de cualquier índole, necesita para instalarse:
-por un lado, el peso mismo del hecho, su espesor, su dimensión, su propia visibilidad, es decir el impacto que tiene por su propio peso, como el discurso de un presidente, un terremoto, el índice del costo de vida, etc.
-por otra lado, la voluntad política del Estado para que se visibilice, y de los Medios de Comunicación en su interés comercial, competitivo e ideológico.
-otro factor es que no haya pacto de silenciamiento.
-y el cuarto factor tiene que ver con el recorte que hacen los medios de la realidad, con las características propias de ese hecho, más allá de ese impacto del que hablé recién sobre el peso de la noticia, y es por ejemplo, este caso que hoy nos convoca, que es cultural, que es popular, con una significación festiva de alteración del orden establecido, con una historia de prohibiciones, de negaciones, de buscar reducirlo a expresiones marginales, con criterios discriminatorios y raciales, que por otra parte, la prensa se encargó de trasmitir desde la ideología dominante a lo largo de nuestra historia.
En este marco mediático, los medios no reflejan lo que se vive al interior del carnaval porteño ni todo lo que conlleva, tampoco le interesa.
En el plano de la comunicación, el carnaval porteño queda acotado, aunque hay un hecho interesante de remarcar que es la cobertura que hacen los medios de comunicación de las marchas murgueras por el feriado nacional de carnaval, acá en el centro porteño, una modalidad de protesta singular del mundo murguero, que llama la atención, por su depliegue, colorido y reclamo, y convoca a la prensa, generando tíitulos como El Carnavalazo, Una colorida marcha de murgueros paralizó el centro porteño, Reclamo por el feriado nacional de carnaval.
Quizá allí estén operando de alguna manera no sólo estrategias de lucha sino también de comunicación.
La idea de que lo que no aparece en los medios no existe es falsa, es parte de la ideología dominante que se pretende imponer y naturalizar como que la realidad es esa que aparece en la televisión, es esa ideología que hace invisible los lazos que se tejen al interior de los sectores populares y donde suceden muchas cosas, se construyen caminos, alternativas, expresiones artísticas y suceden sin el recurso de los medios de comunicación.
Lo que existe, o en muchos casos están en proceso de construcción y desarrollo, son otras estrategias comunicacionales, horizontales, barriales, alterantivas, que surgen desde abajo.
Y acá se aparece otra pregunta:
¿Qué esperamos nosotros de los medios de comunicación? ¿Qué queremos publicitar? ¿Hay una particular forma de comunicar la cultura popular? ¿Hay una estrategia para penetrar en los grandes medios? ¿Por qué nos preocupa ese tema? ¿Acaso los medios son los que legitiman nuestro arte, nuestro festejo, nuestra alegría? ¿Son los que van a jerarquizar nuestro fiesta? Puede ser, pero esa es otra dimensión del asunto, porque la real legitimación está en otro lado, en los vecinos de la ciudad, entre los mismos artistas populares, en el carácter de patrimonio cultural intangible de este arte y esta fiesta callejera. Está ahí, y desde ahí hay otra comunicación posible, desde ahí, desde el barrio, desde las organizaciones comunitarias, se pueden construir estrategias de comunicación que potencien y visibilicen la fiesta del carnaval.
En el marco de cómo son las pautas de la comunicación de los grandes medios, quizá sea que el carnaval porteño no tenga lugar o no tenga ese lugar que está presente en el imaginario social, el del espectáculo donde se mezcla la mostración de cuerpos bellos y producidos en su desnudez y el arte de la comparsa; ¿Acaso el festejo porteño tiene formato televisivo, como lo tiene el carnaval de Río, con despliegue de espectacularidad, una impresionante producción artística y una fuerte convocatoria turística? No, ese formato no lo tiene, ese lugar no lo tiene porque tampoco tiene que ver con su identidad. Su espectacularidad es otra que hoy por hoy no retiene el interés mediático, una espectacularidad que está en construcción, en rescate e invención, que se está transitando y en ese camino, hoy por hoy consita el interés, aunque fragmentado y difuso, de un millón de vecinos.
No tiene ese formato ni interés para la prensa nacional como tampoco lo tiene el carnaval de Jujuy, más allá de que Jujuy tiene una convocatoria turística que es histórica, que se impuso por el hecho en si, por su fuerte impacto.
Y ese ejemplo, más allá de las particularidades regionales, es válido para ver qué pasa entre el carnaval y los medios. En Jujuy el festejo no se estructura como un espectáculo para los demás, el festejo es unánime, todo el mundo sale a festejar, ganan las calles, ganan los cerros, ganan los pueblos, y pareciera que lo que hagan los medios es otro tema, a la gente no le importa si los medios los anuncian, los difunden, ellos viven el carnaval y la comunicación está abajo, entre la gente. .
Y es esa comunicación que plantea otras estrategias posibles, una construcción desde otro lugar, desde abajo atravesando el tejido social para instalarse como hecho cultural y con una dinámica que no sólo le facilitaría utilizar los resquicios del sistema mediático sino que se impondría a la vista de todos por su propio peso.
Esto no quiere decir que nos despreocupe lo que le cabe al Estado y a las propios organizadores de corsos en cuando a difundir y propagandizar y potenciar el carnaval, ni que nos desinteresemos por la difusión en los medios de comunicación.
Todo lo contrario, creo que hay que encarar estrategias hacia todos los espacios de la comunicación, entendiendo sí los diferentes sentidos y direcciones que están en juego frente a esta fiesta popular.
Pero creo que el hecho cultural del carnaval se impone en los barrios y en la calle.
En este sentido me parece importante poder armar una estrategia comunicacional de corte barrial. Es desde allí que los medios podrán potenciar, con otras articulaciones, el carnaval y situarlo en un lugar de reconocimiento, validación y significación de mayor alcance.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario