1º Congreso del Carnaval Porteño - Adhesión de Ariel Prat desde Huesca (España)
Todo dura tan poco en estos años de época de ídolos de pies de barro, héroes del estadio y rítmicas de laboratorio, que a menudo son el soporte de experimentos culturales, no menos nocivos que un derrame de plutonio u otras gentilezas del capital al que nunca tendríamos que dejar de combatir.
Es maravilloso comprobar con el paso de los años que una expresión tan criolla (no es mi intención prodigarme en la alquimia de nuestra propia murga, ese es un tema sin solución de continuidad que importa, pero no ahora, se que muchos de ustedes tienen algo que aportar al respecto y enriquecerá el viaje), por fin extendida por todo el territorio desde una ciudad increíblemente expuesta y receptora a cuanto vino del mar, sea de la vieja Europa o desde África, ombligo incuestionable de todo tambor; se transforme dicha expresión en un género tan poderoso y omnipresente en la vida social y cultural del país.
Con todos los condimentos de esa vital recepción, con todas las miradas y todas las influencias posibles, como era y es de esperar, porque el propio nacimiento de esta nación y su desarrollo en plena escritura, le va dando a la Murga Argentina su personalidad incuestionable. Desde la humilde murguita de esquina que apenas tiene para el estandarte, en donde cientos de miles de pibes sueñan con mostrarse bajo la levita empapada en cada noche de carnaval, pasando por esa agrupación que se apoya también en instrumentos y trabaja ensayando pasos y coros en la semana hasta la que sale desde el dolor de una perdida o el fragor de una lucha, todas y cada una de ellas representan un corazón que como debe ser, aporta lo suyo en un organismo compuesto de cada órgano para dar vida, en medio de virus y de bacterias lógicas que atentan el equilibrio, aquí estamos dando pelea y a pesar del abandono y marginación, ¡con mucha salud!
No deberíamos olvidarnos de nadie y dejar que cada murguer@ asuma su rol, que cada murga tenga su rasgo, quienes quieran vivir de ella o elijan solo vivir por ella, quienes vean en la murga un instrumento de lucha otros verán en la suya un instrumento de alegría para cuatro días locos. Es una expresión popular que debe tener cabida para todos y sin pedir permiso ni rendir exámenes, que si algo nos caracteriza es eso, la libertad total, en cantidad, en movimiento, en género humano, en cantar como se quiera lo que se quiera ante quien quiera o no quiera oír…
Por aquí estamos algunos como yo, que llevan la murga en el ADN y ¿como no cantarla o componer con ella al lado?, como el mate o la pelota, la murga está en la foto siempre y a veces hubo que ir a buscarla al baldío, media cachuza y desgajada pero ¡que linda patearla y gritar el gol soñado!
Muchach@s: Que todo dure tan poco pero que nuestra murga no solo siga, sino que haga posible encuentros como estos es el síntoma de que estamos con vida. Ya pasamos aquello de que si bailábamos murga en la calle fuera de carnaval corríamos el riesgo de ser llevados en cana por portación de ritmo y cometer un delito de “lesa urbanidad”, que bueno. Es realmente saludable y a pesar de estar ahora a miles de kilómetros, huelo y palpito ese crecimiento traducido en este congreso que saludo con sana envidia pero haciendo tres saltos en este estudio de una Europa que ya está enterándose que algo pasa en el patio de casa y ¡está tan vivo o más que el tango!
¡Abrazo matanza y besos!
Ariel “negro” Prat
Todo dura tan poco en estos años de época de ídolos de pies de barro, héroes del estadio y rítmicas de laboratorio, que a menudo son el soporte de experimentos culturales, no menos nocivos que un derrame de plutonio u otras gentilezas del capital al que nunca tendríamos que dejar de combatir.
Es maravilloso comprobar con el paso de los años que una expresión tan criolla (no es mi intención prodigarme en la alquimia de nuestra propia murga, ese es un tema sin solución de continuidad que importa, pero no ahora, se que muchos de ustedes tienen algo que aportar al respecto y enriquecerá el viaje), por fin extendida por todo el territorio desde una ciudad increíblemente expuesta y receptora a cuanto vino del mar, sea de la vieja Europa o desde África, ombligo incuestionable de todo tambor; se transforme dicha expresión en un género tan poderoso y omnipresente en la vida social y cultural del país.
Con todos los condimentos de esa vital recepción, con todas las miradas y todas las influencias posibles, como era y es de esperar, porque el propio nacimiento de esta nación y su desarrollo en plena escritura, le va dando a la Murga Argentina su personalidad incuestionable. Desde la humilde murguita de esquina que apenas tiene para el estandarte, en donde cientos de miles de pibes sueñan con mostrarse bajo la levita empapada en cada noche de carnaval, pasando por esa agrupación que se apoya también en instrumentos y trabaja ensayando pasos y coros en la semana hasta la que sale desde el dolor de una perdida o el fragor de una lucha, todas y cada una de ellas representan un corazón que como debe ser, aporta lo suyo en un organismo compuesto de cada órgano para dar vida, en medio de virus y de bacterias lógicas que atentan el equilibrio, aquí estamos dando pelea y a pesar del abandono y marginación, ¡con mucha salud!
No deberíamos olvidarnos de nadie y dejar que cada murguer@ asuma su rol, que cada murga tenga su rasgo, quienes quieran vivir de ella o elijan solo vivir por ella, quienes vean en la murga un instrumento de lucha otros verán en la suya un instrumento de alegría para cuatro días locos. Es una expresión popular que debe tener cabida para todos y sin pedir permiso ni rendir exámenes, que si algo nos caracteriza es eso, la libertad total, en cantidad, en movimiento, en género humano, en cantar como se quiera lo que se quiera ante quien quiera o no quiera oír…
Por aquí estamos algunos como yo, que llevan la murga en el ADN y ¿como no cantarla o componer con ella al lado?, como el mate o la pelota, la murga está en la foto siempre y a veces hubo que ir a buscarla al baldío, media cachuza y desgajada pero ¡que linda patearla y gritar el gol soñado!
Muchach@s: Que todo dure tan poco pero que nuestra murga no solo siga, sino que haga posible encuentros como estos es el síntoma de que estamos con vida. Ya pasamos aquello de que si bailábamos murga en la calle fuera de carnaval corríamos el riesgo de ser llevados en cana por portación de ritmo y cometer un delito de “lesa urbanidad”, que bueno. Es realmente saludable y a pesar de estar ahora a miles de kilómetros, huelo y palpito ese crecimiento traducido en este congreso que saludo con sana envidia pero haciendo tres saltos en este estudio de una Europa que ya está enterándose que algo pasa en el patio de casa y ¡está tan vivo o más que el tango!
¡Abrazo matanza y besos!
Ariel “negro” Prat
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