lunes, 6 de marzo de 2023

FUENTE: https://www.mdzol.com/sociedad/2023/2/17/murgas-portenas-un-espacio-de-integracion-contencion-social-315748.html 

Murgas porteñas: un espacio de integración y contención social

POR OSVALDO CICERO


Nací en 1970 y junto a mi hermano fuimos los primeros gemelos en nacer en el Sanatorio Antártida, en la intersección de avenidas Acoyte y Rivadavia, en el barrio de Caballito.

Vivimos históricamente en Almagro, toda nuestra vida y vivencias, las desarrollamos allí, y desde los 17 años, nos sumamos a la murga del barrio que se había formado en 1950 en un cruce histórico de calles como Guardia Vieja y Bulnes, zona de conventillos.

OSVALDO CÍCERO EN EL ESCENARIO DE LOS BARRIOS PORTEÑOS

Los vicios de esa época, eran los burros (caballos), los juegos de cartas (truco, tute cabrero), la Quiniela. Hasta que un día un grupo de muchachos decidió formar el centro de murga "Los Viciosos de Almagro". Desde 1988 soy parte de sus filas: el primer año bandera, el segundo empecé a bailar, y desde que me escucharon, me he dedicado a cantar. En ella comparto momentos con mis hijos, que salen junto a mi desde que nacieron, mi fiel acompañante mi esposa, mi gemelo y su familia.

FAMILIA CÍCERO, FAMILIA MURGUERA.

Soy un referente de la murga, por el tiempo que llevo representando su nombre y sus colores negro, blanco y azul, recorriendo los barrios en febrero, disfrutando y vivenciando de una fiesta gratuita, barrial y popular. Las vacaciones de los pobres, como le dicen algunos, son patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires y hemos recuperado el carácter de "feriado de carnaval" que se había retirado en tiempos nefastos de dictadura.

La murga es un espacio de integración y contención social, cualquiera puede sumarse. Sus vestimentas, sus uniformes, no diferencian clases sociales; es el primer acercamiento de chicos muchas veces a bailar o a conectar con un instrumento de percusión. En pandemia muchas de las murgas ayudaron a los vecinos de su barrio, con ollas populares, acercando un plato de comida a los que más lo necesitaban.

OSVALDO Y HÉCTOR CICERO, HERMANOS GEMELOS.

Hoy nos catalogan como cortadores de calles, cuando lo que debería enunciarse es que donde hay un corso hay un desvío de tránsito por festejo vecinal. El carnaval, es una celebración histórica, pagana, mundial, que desde el norte al sur y del este al
oeste de nuestro país se celebra.

Debemos refundar este festejo, donde la gente salía a las calles, jugaba con agua, se reía, disfrutaba de sus artistas más populares. Recordemos el tema que cantaba Castillo, "por 4 días locos que vamos a vivir", acércate un rato al corso de tu barrio, aplaude a la murga, participa de algún concurso de disfraces, juega con nieve, baila con tus amigos o familia, y al volver a tu casa te sentirás un poco más feliz que de costumbre.

CENTRO MURGA, "LOS VICIOSOS DE ALMAGRO".

Porque esto se lleva en la sangre, no puede estudiarse, se aprende bailando en las calles. Si me preguntan cuál es el orden: murga, familia y amigos. Pero para evitar ese lío, les aseguro mi corazón es pura pasión murguera.

Muy feliz Carnaval te desea un murguero.

* Osvaldo Cícero, Los Viciosos de Almagro.

CARNAVALES BONAERENSES



 Corso en la localidad de Coronel Seguí, Partido de Alberti. Allí cuando se festeja el carnaval, se junta la gente de la zona para ver pasar las carrozas, murgas, comparsas y batucadas. 

Murga Fantasía de Arrabal,  

de la Plaza Manuel Belgrano, Chivilcoy, fundada en 2008.  
"Donde el arte es libertad."











miércoles, 23 de diciembre de 2020


Una producción del Museo Vivo de Carnaval Metropolitano


Vicio Chiflado, de Almagro.

Un disco de murga de los 70

Charla, presentación y anécdotas junto a: ◼️Martín Di Napoli ◼️Hector Cicero ◼️Lito Corvalan ◼️Carlos y Rogelio Paltrinieri ◼️Gallego Espiño ◼️Daniel Chádres ◼️Dany Laham Los Viciosos de Almagro y Los Chiflados de Almagro con canciones de los 70 con un audio remasterizado sin perder la esencia de ese entonces. Para destacar y agradecer a Eduardo Perez "Nariz", un baluarte de nuestro carnaval por atesorar y compartir ese material.






sábado, 5 de septiembre de 2020

 El Gualeguaychuense que llevó el arte murguero a Bahía Blanca



Por Jorge Guillermo "Guille" Tellarini



Nací en Gualeguaychú el 29 de septiembre de 1958. Mi familia materna es de allí y la de mi padre de Bahía Blanca donde viví hasta los doce años en que al fallecer mi padre nos fuimos a Buenos Aires. A mis catorce años fui a vivir a Gualeguaychú con mi tía y mi abuela donde de alguna manera volví para renacer y formar la esencia de quien hoy soy. Finalmente, al año regresé a Buenos Aires.

Mi mamá era maestra y pasábamos las vacaciones desde niño en Gualeguaychú donde pude observar el proceso desde que eran los corsos en la veinticinco y su progresión hasta que se bifurcó en el del País y el Corso Popular. A mis veinticuatro años regresé a Bahía Blanca. Unos años después a través de unos talleres de Educación por el Arte me topé con La Murga Porteña que renacía de sus cenizas cual Ave Feníx. 

Casi a punto de desaparecer con unas diez murgas en Buenos Aires  unos sociólogos, antropólogos y educadores pusieron la mirada en esto apreciando sus valores y se comenzó un proceso que con las diez murgas que había en ese momento en Buenos Aires. Hoy pasadas unas tres décadas hay más de mil murgas en el país y hay hasta en Europa.

Yo me vinculé desde el origen con este movimiento y diversas razones me llevaron a  trabajar fuertemente esto en el área de Cultura y Niñez de la Municipalidad de Bahía blanca, la realización de corsos y formación de murgas.

De viajes, corsos y murgas hoy en día tenemos nuevos Corsos con nuestras necesidades en Bahía Blanca desde 1994. Desde el 2004 un circuito de corsos barriales en el cual tenemos el propio en nuestro barrio. Desde 1.995 realizamos un Encuentro Nacional de Murga Argentina donde viene gente de todo el país. Organizado por el Centro Murga Vía Libre del cual soy el director.

Mi Murga trajo a la ciudad la medalla dorada primer premio en los juegos bonaerenses 2010 de Mar del Plata en el área artística Murga.  Viajamos a Salta, Santiago del Estero, el sur cordillerano o atlántico, Buenos Aires. A corsos o encuentros.  Somos partícipes formadores fundamentales de una red de encuentros nacionales.

Siempre con un halo de lo ferroviario tenemos a cargo la Estación Noroeste de la ciudad.

Toda esta vivencia en mi Gualeguaychú natal seguramente me dio esto que ignoraba que habría de ser tan fundamental en la tarea que me tocó realizar respecto a la murga y el Carnaval en la Argentina.

En todos estos lugares que he visitado he llevado mis dos cornetas que me hice fabricar con el modelo que me regaló José García director de la Murga Los Vacantes y cuento a todos sobre el Corso Matecito difundiendo orgulloso la historia de mi pueblo.





 




lunes, 15 de julio de 2019


Aporte de Gabriel Gómez de la murga 
Bendito Gualicho de Villa del Parque


LOS LOCOS DE PALERMO


Cuenta Luis Alberto Revuelta, quien ahora tiene cincuenta y cinco  años, que su papá, el payaso José, funda la  murga Los Locos de Palermo junto con "El loco" Flores  a fines de la década de 1960.  Se mantienen en actividad durante siete carnavales aproximadamente. Seguidamente, José sale unos años en Los Elegantes de Palermo y luego pasa a  Los Pecosos de Chacarita. Más tarde se muda a la localidad de Merlo, en el Gran Buenos Aires.  

Los Locos de Palermo dejan de salir  porque  al "Loco"  le gustan mucho "los burros" y en un salida se juega los dos micros y el camión playa. Según cuenta la historia,  son los primeros en incorporar vedettes trasvestidas. En un corso  de Villa Urquiza,  Triunvirato y las vías,  casi no salen  porque no los dejan sacarlos. Entonces la murga decide:  ¡O todos o nadie!  Y los dejan salir.



ANTIGUAS FOTOGRAFIAS DE LOS LOCOS DE PALERMO
PROPIEDAD DE LUIS ALBERTO REVUELTA






jueves, 20 de junio de 2019




GLOSA HOMENAJE A 
LOS LETRISTAS DE MURGA



Sos ingenio y sos audacia
pues Momo te dio la gracia
y vos le ponés la firma
hilvanando versos en rima
del murguero y sus andanzas.

Observás todo en la vida;
resaltás siempre el detalle;
sos poeta de la calle,
que es tu musa preferida
pues tus versos le dan vida
con sentidos homenajes.

Vos no sos como cualquiera
porque siempre estás atento;
expresás tu sentimiento
que se vuelve popular
a través de un cantar
que perdura con el tiempo.

Tenés guantes de ironía,
traje de doble sentido;
te pintás bien atrevido
y elegís el color risa
pues tu público se hipnotiza
y hasta queda conmovido.
Por eso este cumplido
dirigido a estos artistas.
Cuando disponga el bombista
unos tres golpes de bombo
este homenaje yo quiero
¡dedicar a LOS LETRISTAS!


GENTILEZA   NELO DE POR SIEMPRE MURGUEROS DE CASTELAR 

sábado, 15 de junio de 2019

VIENTOS DE MURGA
Por Alicia Ingas  (AliMocosa)



La luna se va encendiendo, 
la noche usa sus colores; 
un murguero ensaya pasos
que le baila a sus amores.
Un bombo va despertando
los duendes con su llamado
y el barrio se acerca
tímido, asombrado
y ve estallar en el aire
la magia del carnaval. 

Porque es tiempo loco de murga
que no se calla, 
que canta y lucha
porque nuestras voces al viento
van defendiendo los sentimientos,
VIENTOS DE  MURGA

Cosquillas de mariposas
van aleteando en el alma,
resplandor de lentejuelas iluminando esperanzas.
No podrán callarnos nunca
aunque nos pongan mordazas;
brillan en los trajes,
son nuestras verdades
y abrazado a la levita
EL MURGUERO ES EL CARNAVAL

domingo, 24 de marzo de 2019





Memoria travesti-trans: “El Carnaval era el único momento de libertad”

Por: Agencia Presentes 
Fotos y testimonios: Archivo de la Memoria Trans.
Textos: Paula Bistagnino


De la exclusión al centro de la escena, del encierro de las casas y cuartos de pensión a los aplausos y las plumas en la calle. Los carnavales fueron históricamente para las travestis y trans su fiesta popular. La única: esas seis noches al año, dos fines de semana de viernes a domingo, eran las únicas en las que las pelucas, el maquillaje y los tacos no las convertían en marginales ni criminales sino en las divas de los desfiles y corsos de los barrios de la provincia de Buenos Aires y la Capital.


“Esperábamos todo el año los seis días de corso en los que podíamos salir a la calle y ser nosotras en libertad: nos encontrábamos, nos divertíamos, nos poníamos todo. Era como un sueño de divas, algo que sólo se podía vivir en el Carnaval o el exilio”.



“Eran 6 días de libertad y 350 de cárcel. No exagero. Así era para nosotras. Así fue antes y después de la dictadura, incluso peor después de la dictadura. Esos días era algo mágico: porque de que nos discriminaran pasábamos a ser como las divas. Si no había travestis en un corso, era como que faltaba algo”.





“En esa época existían lo que se llamaba edictos policiales: a nosotras nos llevaban por el artículo 2° F: llevar ropas contrarias al sexo. Así que salíamos al almacén o a comprar cigarrillos y nos levantaban. No era posible ni andar en pollera media cuadra porque te llevaban, así que ¡imagiante lo que era salir con conchero y pezonero! Era una fiesta para nosotras”.



“Vivíamos como gitanas esos días en los colectivos: a veces dormíamos ahí. Ya a las 16 llegábamos para montarnos a las casas donde se organizaba y terminábamos a la madrugada”.





”Nos pasábamos mucho tiempo haciéndonos los trajes: los cosíamos nosotras. El día del corso nos reuníamos en la casa de alguna compañera siempre, a montarnos juntas. De las murgas nos mandaban a buscar en un colectivo: y por ahí íbamos a cuatro o cinco corsos distintos en una noche, como una gira. Algunos incluso nos pagaban”.



“Y en ese tiempo, los 70/80, no había más que hormonas y estaba muy de moda Moria Casán. Así que nos poníamos goma espuma para hacernos las caderas y cuatro o cinco pares de media arriba y el conchero”.





“Era como el cuento de la princesa al que se le acaba el encanto: terminaba el carnaval y tenías que salir corriendo porque ahí nomás te manoteaba la policía. Terminaba la murga y estaba la camioneta esperándonos o el camión o el colectivo para llevarnos presas”.



“Íbamos a varios lados, donde había corsos: en Tigre, en San Isidro, en San Fernando, en Béccar, en toda la zona norte. Pero había por todos lados: por toda la provincia y en los barrios de la capital. Depende de la murga en la que vos estabas o de la que te invitaban. Pero era como una cita infaltable: la fantasía de todos los días”.





“La gente nos aplaudía: nos gritaba cosas lindas y se sacaba fotos con nosotras. Éramos como las estrellas de la fiesta. Seguro que alguno se reiría o haría chistes, pero no nos importaba: nosotras lo disfrutábamos, estábamos felices… Mirá si me iba a importar, con todo lo que estaba acostumbrada a soportar”





“De chica mi mamá no me dejaba participar y me decía que no lo hiciera nunca, porque nos llevaban para reírse de nosotras. Después estuve en pareja con uno que tocaba el bombo en una murga pero era celoso y no me dejaba participar. Iba toda tapada al lado suyo… Pero cuando pude, me puse las plumas y fui”.





“Empezabas de chiquita, de adolescente ya salías: te invitaban del barrio porque te conocían. Y vos te ibas haciendo el traje todo el año. Terminaba un carnaval y ya empezabas a pensar en el traje que te ibas a hacer para el año siguiente”.



“Igual, había una parte triste y era que cuando ibas ahí te dabas cuenta de había compañeras que ya no estaban: de un verano al otro muchas se había exiliado, pero también muchas ya estaban muertas. Nunca éramos otra vez las mismas”.





“Mi grupo se llamaba ‘Las Divas’, éramos ocho y en realidad yo era la única travesti: las demás eran todas lo que llamábamos ‘maricas chicharras’, que son esos maricas muy afeminados pero que andaban más de varón”.





“Una murga tenía que tener sí o sí las chicas trans porque si no era un aburrimiento. La gente se amontonaba para vernos porque era la única oportunidad. Éramos como una atracción, porque después todo el año estábamos ocultas por esto de la represión de la policía. La gente iba a vernos y a sacarse fotos con nosotras. Y muchas nos decían cosas lindas de apoyo, porque sabían lo que nosotras pasábamos, que era entrar a un supermercado o un restaurante y que alguien te mandara a la policía para que te sacara”.





“Un poco se extraña ese clima de carnaval. Pero mejor es hoy, que siguen pasando cosas, pero no así. Ahí nunca sabías si ese carnaval era tu último carnaval”.



domingo, 3 de marzo de 2019



Glorias del Carnaval Porteño

Cacho Conde, "Mamadera". 





Cacho Conde, conocido como "Mamadera" o "El Sordo", ilustre  bombista del barrio de Saavedra es una  figura representativa y destacada de la murga porteña, hermano de Marta Conde,  quien  fuera una de las primeras mujeres murgueras en la Ciudad de Buenos Aires.  En esta antigua fotografía de Los Curdelas   se lo ve  junto a  Pachi, otro niño de la misma agrupación. 







Fotografía de Los Curdelas. A la izquierda con bombo, Cacho "Mamadera".  Al frente,  su primo, El Bocha, legendario bailarín saavedrense, también miembro de la afamada familia Conde, que supo hacer  historia en el carnaval porteño y que   inaugurara toda una tradición rítmico - expresiva  que hoy tiene plena vigencia en la murga de la Ciudad de Buenos Aires. 




Los Curdelas de Saavedra. Puede verse a Cacho Conde en esta fotografía de fines de  la década de 1960 junto a Tivo Avalos, otro gran bombista de la época. 


Además de Los Curdelas de Saavedra, Cacho Conde y su familia participaron en otras murgas de la ciudad, tales como Los Elegantes de Saavedra,  Los Mimosos de la Paternal, Los Magos de Saavedra, Los Viciosos de Villa Martelli  y varias otras más.  










Su hija, Angeles, continúa la tradición familiar hasta el día de hoy y se siente agradecida heredera  de esta pasión que heredó de su papá. Aquí la vemos junto a sus cuñadas en la murga Los Rompebolas del Kilómetro 30 
















jueves, 21 de febrero de 2019



EL INIGUALABLE"FASULO", 
REFERENTE HISTORICO 
DE LA MURGA  Y 
EL CARNAVAL PORTEÑOS











lunes, 21 de mayo de 2018



                         


La última noche de carnaval lloro 

Por Carolina Iannuzzi 


La última noche de Carnaval lloro.
Como piantándole votos a la frase de Charly: "La alegría no es sólo brasilera", lloro en Buenos Aires.
Cuando mi hijo era chiquito se disfrazaba de jirafa para salir en la murga.
Tenía 5 años.
Como las madres que sueñan con ver a su hijo dotor, yo soñaba con ver al mío con el traje de la murga.
Pero me tragaba mi deseo, porque desde que nació, Santino tiene a la determinación en HD y él tenía muy claro que no quería traje: "Yo quiero zalir dizfrazado de jirafa", me dijo.
No encontraba modista que prestara ese servicio. En la víspera de los Carnavales, las modistas porteñas o que habitan este suelo tienen demasiada demanda para a eso sumarle un diseño tan particular.
En esa época trabajaba como voluntaria en una cárcel de mujeres. Una de las participantes de mi taller de teatro (que en ese momento no sabía, ni yo tampoco, que íbamos a ser amigas primer cordón) me dijo cómo hacerlo: "Un enterito amarillo sin mangas con pedacitos de tela marrón; corto, tipo short, porque en febrero hace calor; y una capucha que se pueda poner y sacar con velcro abajo de la mandíbula".
Con indicaciones así de claras una modista decidió hacerlo.
El público amaba a la jirafita que bailaba haciendo una especie de salpiqué por los corsos porteños y bonaerenses.
Yo bailaba cerca suyo con mi traje rojo, naranja y amarillo y veía las secuencias de refilón: detrás de las vallas de cada barrio que visitábamos siempre había alguna mujer que le señalaba a otra con cara de estar presenciando un nacimiento, a la jirafita.
Duró pocos Carnavales ese disfraz porque los chicos crecen mucho de un año para otro.
Santino decidió que el Carnaval siguiente quería ser un mono y al siguiente un canguro.
Cuando todavía era jirafa, una última noche de Carnaval estábamos por empezar el desfile de entrada. No me acuerdo en qué barrio, sé que era en provincia.
Terminábamos esa función y al día siguiente empezaban las clases.
Santino lloró.
Estábamos formadas en una calle muy oscura y Santino lloró porque no quería que termine el Carnaval.
Una masa de murgueras entre el dolor y la ternura me ayudaron a consolarlo porque yo sola no podía, yo también quería llorar.
Las murgueras lo persuadieron diciéndole que lo mejor era que entonces disfrute a esa función como a ninguna, que lo dé todo, que el público ama a la jirafita.
Creí, una vez más, que lo ideal es no criar a los hijos sola. Pero no sola de un padre, o padrastro o ninguno de esos roles. Sola de manada. Creo que a los hijos hay que criarlos en manada.
3 saltos, empezó la función.
Poca gente, no importó.
Yo aproveché para sacarme el llanto atragantado mientras bailaba.
El maquillaje murguero es bastante sólido en general... No suele pasar eso de que las lágrimas corren el rimmel.
El calor dilata y se camufla lo rojo del llanto.
El canto disimula los gestos de congoja.

La última noche de Carnaval lloro.
Como piantándole votos a la frase "La alegría no es sólo brasilera", lloro en Buenos Aires.
Antes de ejercer como murguera también lloraba. Creía (cuando era chica) que era por el final de las vacaciones, pero después, mucho después, me di cuenta de que era porque terminaba el Carnaval.
Porque ningún día del año estaba más lejos del Carnaval que ese día.
Hoy fui a ver a una murga amiga al corso de mi barrio.
Como espectadora puedo disimular el llanto diciéndo que me tiraron espuma.
La murga amiga siguió tocando después de terminar el espectáculo. Habrán sido unos 15 minutos más.
Me acordé de ese garroneo, un pasito más... Una patadita más, Momo, no te me vayas, que no termine ya...
Es lo más parecido que conocí a estar enamorada.
Vestirte al pedo, la tentativa de despedirte con un beso que se convierte en otro polvo. Un pucho y arranco. Dale que ya llego tarde.
Un pasito más, 3 saltos más. No guarden los bombos en el micro. Bueno, sí, pero sigamos un ratito más en la plaza. Si los vecinos se quejan igual ya no hay más corsos.

La última noche de Carnaval lloro.
Como piantándole votos a la frase "La alegría no es sólo brasilera", lloro en Buenos Aires.
Hay una glosa leyenda que tiene razón:
"Murga querida, vos me curás las heridas,
y yo te tengo presente, porque sos y serás siempre, 
EL METEJÓN DE MI VIDA!"

¡Hasta el próximo Carnaval! 🎉🎭🎶





miércoles, 7 de marzo de 2018

Futsal, bombo y Carnaval

Por Diego Santonovich para AFA


Dos campeones sudamericanos con la Selección Sub 20 actuán en la murga Enviciados por Saavedra. Suenan los platillos con Moyano y Martínez Riveras.





Carnaval toda la vida… El calendario corre y ya pasaron dos meses desde que la Selección Argentina de futsal obtuviera, por primera vez, el Sudamericano de la categoría, en Uruguay. Y la alegría persiste. Y entre las demostraciones por parte de los integrantes del plantel, que abundaron durante el fin de semana, se destacan dos, a tono con los días actuales, justamente en época de corsos y murgas habitando las calles de Buenos Aires y el país entero: Franco Martínez Riveras y Tomás Moyano, campeones sudamericanos, celebran la fiesta popular por excelencia vistiendo los colores de la murga Enviciados por Saavedra. “Todavía no caemos: lo que conseguimos en Uruguay fue tremendo y a veces nos cuesta creerlo. Ahora nos toca vivir el Carnaval, una pasión de toda la vida”, coinciden, felices, embanderados en rojo, verde y amarillo.

Con 20 años, Martínez Riveras marca el ritmo fuera de la cancha: bombo con platillo sobre el lomo, guía a los murgueros con el pulso así como empujó los ataques albicelestes o barrió los embates rivales en Canelones. “Salir en una murga es impresionante. La unión que se genera, los momentos previos a las presentaciones, la adrenalina de tocar durante todo un desfile, son cosas impagables. La fiesta del Carnaval es lo más lindo que hay”, empapa la charla de colores y brillantina. Junto a él, como en la foto antes de un corso, Moyano se prodiga tirando pasos, como sobre el parquet montevideano que regó de gloria, pero sobre el gastado asfalto porteño. “Bailo desde los cuatro años y no hay nada como esta fiesta. Es impresionante la alegría que genera la murga, sólo la puedo comparar en mi vida con jugar futsal. Y justo nos coincide Carnaval con otro mes que pasa desde que ganamos el Sudamericano, así que alegría no nos falta”, asume Moyano (19) entre actuación y actuación de Enviciados por Saavedra.

Juntos durante mucho tiempo en Kimberley, también compartieron horas de trabajo (y éxito) en la Selección Sub 20 de futsal. Hoy, Moyano es jugador de Jorge Newbery (a préstamo por un año) pero la amistad se mantiene fuera del parquet, al ritmo del bombo con platillo hecho música en las manos de Franco Martínez Riveras y trasladado al asfalto en los pasos del otro campeón. Ritmo con la pelota y también con los flecos...