Murgas porteñas: un espacio de integración y contención social
POR OSVALDO CICERO
Nací en 1970 y junto a mi hermano fuimos los primeros gemelos en nacer en el Sanatorio Antártida, en la intersección de avenidas Acoyte y Rivadavia, en el barrio de Caballito.
Vivimos históricamente en Almagro, toda nuestra vida y vivencias, las desarrollamos allí, y desde los 17 años, nos sumamos a la murga del barrio que se había formado en 1950 en un cruce histórico de calles como Guardia Vieja y Bulnes, zona de conventillos.
Los vicios de esa época, eran los burros (caballos), los juegos de cartas (truco, tute cabrero), la Quiniela. Hasta que un día un grupo de muchachos decidió formar el centro de murga "Los Viciosos de Almagro". Desde 1988 soy parte de sus filas: el primer año bandera, el segundo empecé a bailar, y desde que me escucharon, me he dedicado a cantar. En ella comparto momentos con mis hijos, que salen junto a mi desde que nacieron, mi fiel acompañante mi esposa, mi gemelo y su familia.
Soy un referente de la murga, por el tiempo que llevo representando su nombre y sus colores negro, blanco y azul, recorriendo los barrios en febrero, disfrutando y vivenciando de una fiesta gratuita, barrial y popular. Las vacaciones de los pobres, como le dicen algunos, son patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires y hemos recuperado el carácter de "feriado de carnaval" que se había retirado en tiempos nefastos de dictadura.
La murga es un espacio de integración y contención social, cualquiera puede sumarse. Sus vestimentas, sus uniformes, no diferencian clases sociales; es el primer acercamiento de chicos muchas veces a bailar o a conectar con un instrumento de percusión. En pandemia muchas de las murgas ayudaron a los vecinos de su barrio, con ollas populares, acercando un plato de comida a los que más lo necesitaban.
Hoy nos catalogan como cortadores de calles, cuando lo que debería enunciarse es que donde hay un corso hay un desvío de tránsito por festejo vecinal. El carnaval, es una celebración histórica, pagana, mundial, que desde el norte al sur y del este al
oeste de nuestro país se celebra.
Debemos refundar este festejo, donde la gente salía a las calles, jugaba con agua, se reía, disfrutaba de sus artistas más populares. Recordemos el tema que cantaba Castillo, "por 4 días locos que vamos a vivir", acércate un rato al corso de tu barrio, aplaude a la murga, participa de algún concurso de disfraces, juega con nieve, baila con tus amigos o familia, y al volver a tu casa te sentirás un poco más feliz que de costumbre.
Porque esto se lleva en la sangre, no puede estudiarse, se aprende bailando en las calles. Si me preguntan cuál es el orden: murga, familia y amigos. Pero para evitar ese lío, les aseguro mi corazón es pura pasión murguera.
Muy feliz Carnaval te desea un murguero.
* Osvaldo Cícero, Los Viciosos de Almagro.
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