La letra llevaba años escrita, no la musicaba tal vez en esos tiempos porque la tinta de la vida que cuenta estaba muy fresca.
Fui amasándola mientras compartía horas con tres personajes amigos, a dos de ellos de vez en cuando los sigo viendo, a uno en su parrilla callejera por los rincones míticos donde se unen Palermo Viejo con Villa Crespo, a otro cruzándolo veloz y guiñando un ojo porque está "laburando" en la calle a su manera y no hay que comprometerse mutuamente; al tercero, el querido negro o "El Pardo" Andrés, ya no me lo puedo cruzar en este mundo, nos dejó hace poco. En su paso por este, dejó unos hijos fenómenos y mucha tela por cortar y contar para otros viajes de poética impronta; con él y con los otros, he aprendido mucho de ese universo porteño y a descubrir con mucho de riesgo y aventura pero también con humor y locura, que es la calle.
Murga, tablón, cemento, birra, vino, vicios y códigos de una armada en extinción. En algún encuentro de nocturna alevosía, le obsequié al Pardo, la letra de lo que hoy es el tema. Recuerdo un recital mío en carnavales, era su cumpleaños y desde el escenario lo saludé sin respuesta pública, me extrañó, si él estaba porai. Cuando terminamos, me dijo agradecido que brindó conmigo a su manera, porque se escuchó mi saludo desde el baño donde él se estaba dando una alegría...
Otra vez,yo actuaba en un boliche de la calle Monroe, solía tocar muy seguido. Era con la Houseman René Band. Entre el distinguido público, no más de cincuenta o sesenta personas, estaban los tres en cuestión.Tarde, porque tocábamos siempre a horas no programadas, acabamos como era costumbre a las cuatro de la matina y nos fuimos los protagonistas musicales cerca del alba, como corresponde.
Tipo diez de la mañana suena el teléfono de casa. Llamaban desde el bar, era la muchacha que iba a limpiar, que mi teléfono se lo había dado el dueño para que me avise, con acento correntino "que por favor los convenza a sus amigos a que se retiren porque hay cuatro en el camarín jugando a las cartas y en cuero tomando cerveza, que me dicen que ya se van pero hace dos horas que les digo y nada... Sepa usted disculparme..." Le pedí disculpas y que me pase con uno de ellos enseguida, cosa que hizo y así pude meterlos en caja. Aturdidos pero un poco cabreados, aceptaron el convite de irse a la calle de una vez por todas. Así eran los tipos y estas las puedo contar como detalle de pintar a mis turros compañeros de vida, que en una especie de tres en uno (podría haberse llamado "Vidas de turros"), dediqué esta canción a la que el gran Juan Subirá puso un fondo maravilloso musical.
Tipo diez de la mañana suena el teléfono de casa. Llamaban desde el bar, era la muchacha que iba a limpiar, que mi teléfono se lo había dado el dueño para que me avise, con acento correntino "que por favor los convenza a sus amigos a que se retiren porque hay cuatro en el camarín jugando a las cartas y en cuero tomando cerveza, que me dicen que ya se van pero hace dos horas que les digo y nada... Sepa usted disculparme..." Le pedí disculpas y que me pase con uno de ellos enseguida, cosa que hizo y así pude meterlos en caja. Aturdidos pero un poco cabreados, aceptaron el convite de irse a la calle de una vez por todas. Así eran los tipos y estas las puedo contar como detalle de pintar a mis turros compañeros de vida, que en una especie de tres en uno (podría haberse llamado "Vidas de turros"), dediqué esta canción a la que el gran Juan Subirá puso un fondo maravilloso musical.
La letra, que creía perdida, me la alcanzó el buen amigo Juan Carlos Banegas, "Pichila", que la encontró entre las pertenencias del querido Andrés cuando este partió al otro barrio; así fue que la recuperé y hoy se puede escuchar...
Anda pensando en abrirse
Y a veces ni piensa
No sabe que hacer.
Si agarrar para el laburo
O seguir garcando giles a saber:
Gallegos, gordas calentonas
O caídos del catre
Que saben caer.
“Buenas, llegó la gaseosa
Enseguida vienen yo me adelanté”.
Conoce el segundo de duda
Y cuando hay mancada
Raja hasta más ver.
Mejor que cuando cortaba
De arrebato al vuelo buitre en el andén.
Por un escracho en el pecho
Cierra su camisa atento a la ley.
Lleva el nombre de esa turra
Y sufre puteando
Que siga en su piel…
Seguido le tiran los burros
Más cuando anda dulce
Se juega con fe.
¡Loca la vida del turro,
Punto por el juego o por una mujer!
Cuando llegan carnavales
Le tira la murga
Vuelve a aparecer.
Jamás se acaba la noche
Seguirá de gira, duro pero en pie.
Nunca se sabrá el momento
En que el turro
Vuelva a desaparecer.
Y un día al final de un corso
Nos dirá “muchachos, yo hasta acá llegué”…
Por un escracho en el pecho
Cierra su camisa atento a la ley.
Lleva el nombre de esa turra
Y en un antebrazo
“Madre y River Plate”.
Foto de Ariel Prat
Foto de Jimena Diaz Ferreira y Gastón Lorenzo
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