martes, 17 de noviembre de 2009






Estas imágenes se reproducen por gentileza de Osvaldo Cicero del Centro Murga Los Viciosos de Almagro. Lo muestran junto a su hermano mellizo Héctor en el escenario del Club Islandia (2) en el barrio de Villa Urquiza durante los festejos del carnaval en la Ciudad de Buenos Aires a fines de la década de 1980.


En esta imagen se lo ve a Osvaldo, quizás unos años después, junto a la vedette Roxana.

Cuenta Héctor: "...Hace como diez o quince años Los viciosos de Almagro teníamos una tropa de travestis que eran furor en todos los clubes a donde íbamos. Después fueron pasando los años y se fueron yendo solos. Pero la relación humana que había era perfecta y nosotros las tratábamos como a integrantes de la murga. No usaban levita pero venían con unos vestidos que te caías de culo al verlos. Se preocupaban año a año por lo que iban a usar en las noches de carnaval. Travestis o transformistas da lo mismo. Y hasta Batato Barea y Cris Miró salieron con LosViciosos. Para mí esta bien que salgan..." (1)




Dos imágenes del mismo Carnaval en el que el mítico Batato Barea se dio el gusto de desfilar con la comparsa de travestis de la que deseaba ser parte.


Klaudia con K


Fina estampa




Los organizadores del Carnaval del Club de Villa Urquiza se enojaron porque mientras iban cantando B. junto a Urdapilleta, se sacaban las pelucas para escandalizar a las otras desfilantes tan armadas de spray y purpurinas. Los directores de la murga decidieron que no podían salir porque acaparaban demasiado y muy
grotescamente la atención. Los otros travestis eran casi veinte y se espiaban todos entre sí. Se quejaban por esas rotosas y absurdas con la boca mal pintada y sin rímel. Esa falsa copia de las antiguas vedettes. También estaba Brunilda Bayer con tacones tan altos que no sé cómo no se quebraban y una pelucona blanca. También se mataba de risa de todas las caretas. Y estaba la Jorgelina Zubeldía, que parecía una dama y se notaba que tenía cancha, pero más para mannequin. Cuando B. me vio, dijo: "Pareces Isabel Sarli". Pero las otras, al verlas tan zaparrastrosas, murmuraban: "¿Y esto qué es, de dónde salieron?". Ellas iban tan producidas, y además "las nuevas" ni siquiera usaban plumas, lentejuelas, nada de eso. A Urdapilleta
de entrada no lo dejaron desfilar, pero B. convenció a los jefes de la murga diciendo que era una caricata, es decir, un personaje copiado de Luisina Brando, que además era su prima, mientras mostraba algo en la agenda. Los tipos se la creyeron.Igual, entre tanto travesti careta, había una que decía: "A pesar de no tener nada como nosotras, son divertidísimas". No paraba de espiarnos con sus ojos de araña enjaulada de strass pegado con la gotita, a escondidas, como para que nadie supiera su secreto. También desfilaba la famosísima Héctor de Villa Adelina. Realmente parecía una señora disfrazada de travesti, se notaba que era peinador por su batido negro altísimo. B. llevaba apenas una tanga e infinidad de pulseras y cadenas, pero la tanga era en realidad un slip negro y eso no hacía más que alertar a las otras que se preocupaban y
aconsejaban: "Mañana ponete una bombachita".


La Pochocha




Nos conocimos en la murga "Los Viciosos de Almagro". Muchas cosas coincidieron para las dos. Ella y yo nunca habíamos salido a desfilar en ninguna comparsa. Hasta entonces no nos habíamos vestido jamás de
mujer, pero alguien me dijo: "Vamos, es Carnaval, vení a divertirte un rato y a bailar hasta el amanecer". Me invitó una mariquita del barrio. No sabía qué ponerme, ella me prestó todo. Y así, a lo Liza Minnelli, me encontré en el ómnibus que nos paseaba de corso en corso, con una persona maravillosa, el propio B. Al cabo de un rato de charla descubrí que éramos vecinas (...) Nos encontramos en una casilla de madera donde se cambiaban todas las chicas. La vi salir tan exótica, con una cascada de collares multicolores y apenas el pequeño taparrabos negro. Usaba mucha bijouterie porque todavía no se había hecho las tetas. Mientras desfilábamos, ella de pronto dibujaba en el aire unas contorsiones increíbles. Todo el mundo la ovacionaba. Llamaba mucho la atención, más que las superemplumadas y requeteproducidas.

Del libro Te lo juro por Batato, de Fernando Noy, Libros del Rojas.




Fernando Noy


Un país de heridas maquilladas




El travestismo debería ser algo más que un conjunto de musas del mientras tanto, una camaradería adánica como la de Batato y yo, que éramos Lilith (la mujer pérfida de Adán) al cuadrado. Porque yo le mostré a Batato el mundo del travestimo: después de los líos que se armaron con las murgas oficiales, decidimos probar con las murgas de barrio. Y fuimos a “Los Viciosos de Almagro”. Estaban muchas que después fueron célebres como Alejandro Urdapilleta, Brunilda Bayer, La Pochocha y Claudia con Ka que, cuando la vimos, nos pareció la Sarli gay. A Urdapilleta no lo querían dejar entrar porque había ido todo zaparrastrosos. Y con Batato, que había caminado junto a mí, empezamos a explicar: “¿Sabe? Es que está representando a una muñeca estropeada que vio en una película y lo dejó muy impresionado”. Fue el origen. Siempre queremos sodomizar a una musa: Claudia con Ka baila, Valeria La Divina canta y yo, que soy mi propia musa, me sodomizo a mí mismo en la poesía. Soy algo así como un postravesti: me visto de hombre para andar tranquilo por la ciudad. Antes me decían “¿por qué?” Y yo contestaba: “¿Pero alguien se acuerda de Oscar Wilde vestido de Salomé, de García Lorca con peineta y mantilla gitana, de Boris Vian con tutú? ¿Por qué resaltan sólo ese detalle en mí?” La posición travesti es más fantástica que la sinarquía y que la hechicería porque quienes la cultivan son sus propias diosas. De acá se exportan travestis como Aberdeen Angus: en París la reina de la noche fue la argentina Luis Cisneros en España, la China Canulo, que también es argentina como Patricio Bixio en Brasil. Paco Jamandreu me decía que Amanda Lear también es una travesti argentina. Por eso la gente me pregunta: “¿por qué no te quedaste?” Las travestis somos la última guerrilla del deseo, el país de las heridas maquilladas (porque a cierta hora ellas se maquillan con las heridas y a cierta hora se las provoca). Pero hay que dar un paso más, un paso más allá de lo humano aunque sólo sea para los humanos, y que las travestis lleguen a ser algo así como de profesión, ángel.



Revista el Teje
http://www.rojas.uba.ar/publicaciones/revistas/el-teje/teje_01.pdf

Edición y recopilación de Pupita La Mocuda

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