El Carnaval tuvo el pogo murguero más grande del mundo
La resistencia y la alegría se dieron cita en el corso de la murga Cachengue y Sudor, donde cientos de personas rockearon la fiesta de Dios Momo. Además de celebrar el carnaval se mencionó a algunos barrios y murgas a las que se les negaron los permisos para realizar corsos. También las mujeres se convocaron para organizar una columna murguera para el próximo 8 de marzo. Reviví aquí las dos noches mágicas en el Corso de la Arpillera.
Si será grande el Carnaval, qué lo parió… Justo celebrándolo dimos, por fin, con una imagen que dice más que mil palabras. Aún hoy el Carnaval, la fiesta popular más grande del planeta, tiene que lidiar en la Argentina con detractores que denostan este festejo por “los ruidos, los cortes de calle y bla bla bla”, pero que al mismo tiempo se muestran felices cuando una fashion feria de comidas corta avenidas principales. Sin embargo, pese a la problemática del desprecio, el corso de Cachengue y Sudor, en la Plaza 24 de septiembre (a metros del monumento al Cid Campeador de Gaona y San Martín), le regaló a la vida una fiesta mágica, cálida, independiente y autogestiva, en la que la resistencia, la lucha y la igualdad de género convocaron a cientos de personas para vivir el momento en cuestión, el de la foto que pone la piel de gallina: se va la murga invitando a los presentes a bailar bajo su bandera, un “trapo” tricolor de unos cuatro metros por siete, bajo el que siempre bailan murgueras y amigos, contenidos, felices, abrazadas. Pero esta vez pasa algo que rompe todos los moldes. Esta vez esa bandera parece un pañuelo. Esta vez, seguramente con el empuje y la rebeldía que despierta el momento sociopolítico que atraviesa el país, la Murga de Arpillera de multiplica por cientos. Esta vez los adoquines de la calle Rojas son invadidos por saltos que hablan de unidad. Esta vez, el pogo murguero más grande del mundo conmueve hasta los huesos. Esta vez, la bandera roja, verde y amarilla de Cachengue y Sudor es el lazo que une y al que no le gusta, se jode, se jode… La “Arpillera”, agrupación de 22 años de vida, lo recita sin vueltas: “Que vuelen mil piedras al zoológico de la indiferencia para que de una vez entienda que acá, ACÁ, ¡está la resistencia!”.
No es sencillo el marco, pero ahí está Dios Momo haciendo de las suyas. Mientras el mundo entero celebra y disfruta el Carnaval, en Buenos Aires se lo resiste, se lo reprime, se lo persigue e incluso reluce la máscara en la que se transformaron los corsos del circuito oficial porteño, organizado por el Gobierno de la Ciudad, que los esconde cada vez más y que sueña con encorsetarlo en un Corsódromo o un absurdo por el estilo. O por el Municipio de La Matanza, que invita en todos sus barrios a concurrir al “Corso de la alegría” en González Catán pero, a la vez, intenta suspender el corso organizado por la murga Furia de Carnaval en el Barrio Alas de Ciudad Evita. “Nos sentimos violentados en nuestro derecho a la expresión de forma festiva. Somos un grupo de personas que venimos trabajando en el barrio y en La Matanza desde hace 10 años y nunca tuvimos un conflicto llevando nuestras actividades adelante”, explicaron los integrantes de la murga, sumando a los vecinos, invitándolos “a defender esto juntos”. Asimismo, la Murga Los Galanes también fue víctima de prohibición por parte del Municipio de Morón, pero ante el clamor popular y el apoyo de murgas de todos los distritos, la medida de prohibición terminó siendo levantada. Peor suerte corrió la agrupación Colgados de la Rama, de Chivilcoy: tuvo que suspender su corso pautado para los días 17 y 18 de febrero, debido a una ordenanza municipal de último momento. Así lo explicaron a través de sus redes sociales: “Nos informaron de una nueva disposición legal (vinculada a la venta de alcohol en la zona de los corsos) horas antes de la realización de dos corsos populares barriales que están autorizados por el Municipio desde el mes de diciembre. Creemos que esta nueva disposición genera más conflictos entre la sociedad y sobre todo lleva la bandera de la prohibición implícita de los corsos populares, ya que la circular señala que sobre todo esta disposición se aplica “en corsos y comparsas”. No hay sitio en que no se vea afectado si se aplica esta medida de forma generalizada, por lo que como agrupación carnavalera con 18 años de vida, NO realizaremos corsos donde podamos perjudicar a los comerciantes”. Este acoso genera, justamente, que las murgas se unan más que nunca. Porque si tocan a una, tocan a todas.
Es así que el corso de la Triple Frontera, donde La Paternal, Caballito y Villa Crespo confluyen para darle un escenario a Cachengue y Sudor, los Guardianes de la Esperanza, aglutina pasiones y luchas, sobre en todo en contra de Pato y Gato, que gobiernan desde el escenario... Es por eso que esa bandera se vio desbordada y amada, con fuerte presencia femenina, en otra demostración de que la murga no sólo se encarga de hacer reír, sino que también genera compromiso y solidaridad. Las murgueras de la Arpillera visibilizan en cada paso de murga al Movimiento de Murgueras Independientes de Buenos Aires, que comenzó a asomar la cabeza después del paro internacional de mujeres del 8 de marzo de 2017. Allí se reunieron, se reconocieron y empezaron a gestar este espacio que tiene como fin empezar a hablar de que las murgas están atravesadas por el contexto social, con muchas situaciones de violencia machista, física o psicológica. El último Encuentro de mujeres, en Chaco, ya las tuvo como frente de murgueras organizadas. Y el mensaje es claro, sostenido junto a los compañeros de las agrupaciones: “Este Carnaval, si vives una agresión machista buscá a una persona con pañuelo verde. Si tocan a unas, luchamos todas”. Juntas las queremos. Y el 8 de marzo, otra vez sus bombos le darán ritmo a una nueva marcha en el paro internacional de mujeres.
La calidez y la alegría hacen del corso de Cachengue y Sudor un aquelarre que sabe que un “ejército de murgas nos saca de la tumba”. Y allí estuvieron Puerto Piojos, La Cumparsa, Fantasmas de Malaver, Aturdidos por el Bombo, Poseídos por Momo, Saliendo del Fondo, la Orquesta Callejera Bailable, Las Orillas, Flores del Desierto, Los Gastasuelas, Mal Bicho, Ta’ Que Explota y Piantaos por la Alegría. Bien rodeadas, entonces, los murgueros invitan a sumar, a bailar a tu manera con la Murga de Arpillera. Y las cientas de personas multiplicadas, murgueras o no, se suman, se sumergen en esa bandera que es amor y murga, y hacen estallar los adoquines. Es Dios Momo que nos despabila, que nos invita a alborotar el avispero como él hizo en el paraíso. Si te perdiste la conmovedora y concientizadora fiesta carnavalera de Cachengue y Sudor, ya reservate una fecha: para el 17 de marzo se viene el ya clásico Festival de la Resistencia, a través del cual la murga se planta para recordar y repudiar el Golpe de Estado de 1976, mantener viva la memoria y gritar bien fuerte que son “los Guardianes de las esperanza que crece y avanza, del sueño subversivo y libertario, del amor, la utopía, que no han podido asesinar en más de 500 años de historia genocida”.