sábado, 21 de agosto de 2010

Aporte de Carla Delzart de la murga Paquetequede de Berisso





Fuente de estas fotografías: http://www.losguardianesdemugica.blogspot.com/

*CoN tErNuRa VeNcErEmOs*


Por Pablo Alvarado



Domingo 9 de mayo 2010



“Con esta danza villera
A Mugica vamo' a recordar
Junto a Los Guardianes sellando
Once años de amistad”

(Fragmento de una poesia que las murgas de La Plata
dedicaron a “Los Guardianes de Mugica”)




Encuentro de Murgas en la Villa 31

Temas:

• Introduccion
• 70 años (breve reseña historica)
• Un plan
• El viaje, el encuentro con las murgas y los vecinos de la Villa


Introducción:


Antes de comenzar a ofrecerles lo vivido aquel dia en la Villa 31, propongo introducir al lector en un breve repaso por la historia de la Villa, lo que nos situara mas cerca de los verdaderos protagonistas de este tipo de acontecimiento: la gente. Entiendo que creando una idea o una visión del contexto en el que los habitantes de esta parte característica de Buenos Aires viven y desarrollan sus prácticas habituales, se nos facilitara un aproximación más real y concreta a la compleja problemática que envuelve a uno de los barrios mas postergados por las diferentes gobernaciones que tuvo la provincia capital de nuestro país en estos últimos años. En este marco y con vista a los objetivos planteados, se ofrecen datos acerca de la historia de la villa, una descripción del Plan que integrantes de la Villa.

70 años

El asentamiento comenzó a gestarse a principios de los años 40 cuando el Gobierno nacional decidió otorgarles los terrenos a trabajadores italianos. Con el primer peronismo, arribaron al barrio migrantes provenientes del interior del país. Llegaban a Buenos Aires para ser la mano de obra necesaria de las incipientes industrias. En las décadas posteriores, llegaron extranjeros de países limítrofes y las familias de trabajadores cada vez más informales. Después de la de Flores, la 31 y la 31 bis conforman el asentamiento más poblado. Al calor del neoliberalismo más extremo, las villas de emergencia multiplicaron su tamaño y su población. De hecho, alrededor de un millón de personas habitan este tipo de entramados urbanos en la metrópolis Buenos Aires.
El desarrollo económico típico de los últimos veinte años – profundizado en los ’90- fracturó el tejido social para arrojar como resultado realidades bien opuestas. Actualmente, puede verse esa situación sin necesidad de recorrer muchos kilómetros: el lujoso hotel Sheratton a cuadras de la 31, es uno de los tantos indignos ejemplos de la desigualdad. Entre fines de los ’60 y principios de los ‘70, la Villa tuvo un visitante habitual, el sacerdote Carlos Mugica. Como parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y militante activo por aquellos convulsionados años, Mugica se trasladó al asentamiento para vivir juntos a los más necesitados. Una tarde de mayo del 74, una operación de la Triple A acabó con su vida. Treinta años después una murga integrada por villeros se llama “Los guardianes de Mugica”; además, una calle y un comedor lo recuerdan.
Desde hace décadas, en la zona se despliega una activa actividad militante y social de diferentes espacios. Con la última dictadura militar, se llevó a cabo una erradicación compulsiva y violenta de la villa. Los habitantes fueron expulsados en camiones fuera de los límites de Capital Federal. A los extranjeros se los llevó –por la fuerza- hasta la frontera. Con el retorno de la democracia, la 31 se pobló otra vez. En pocos meses, reunió alrededor de 12 mil personas.
Durante los ’90, más precisamente el Gobierno de Carlos Menem, se prometió la entrega de títulos de propiedad a los históricos pobladores. Sin embargo, durante la gestión de Jorge Domínguez –aliado de Menem- al frente de la comuna porteña regresaron los desalojos compulsivos. Por esos tiempos, surgió el apodo de “topadora” para el funcionario . Como sea, en el ’94 nació la villa 31 “Bis”, que extendió la población a las 70 mil personas actuales. La 31 originaria se divide en cinco barrios Güemes, Inmigrantes, Comunicaciones, YPF y Autopista. Ambos asentamientos adquieren, cada tanto, la atención pública. Casi siempre, la mirada incluye intolerancia, estigmatización y discriminación en dosis altas y parejas.

Un plan

La falta de planificación urbana que caracteriza a la metrópolis Buenos Aires arroja como uno de sus resultados, un serio déficit habitacional. La población en las villas se multiplicó desde 2001; entre uno y dos millones viven en situaciones precarias en el AMBA. Con respecto a la Ciudad, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) explicó a La Nación (en artículo que acompaña esta edición del IdM) que “ha fallado constantemente en el desafío de construir políticas públicas integrales y sustentables relativas a la vivienda. Y la obligación jurídica recae en los tres poderes del Estado. La responsabilidad cívica de exigir que las políticas públicas hagan efectiva la Constitución es de todos los habitantes" . En la misma nota, el urbanista y vicepresidente de Fundación Metropolitana, Alfredo Garay, sostiene que para solucionar el déficit metropolitano “además de la creación de empleo, es necesaria una política sostenida de suelo y vivienda por lo menos por los próximos 10 años".
Desde un par de años, los vecinos de la villa tienen un proyecto que describe intervenciones posibles y contempla la urbanización y la regularización de terrenos . El plan fue diseñado por académicos de la Facultad de Arquitecto y Urbanismo de UBA. La iniciativa, ganadora del Bienal de Arquitectura 2002 en Santiago de Chile, fue presentada a las diferentes administraciones porteñas y a la ONABE, entre otras instituciones públicas. La propuesta cuenta con apoyo mayoritario de los vecinos –muchos de ellos participaron en su creación- y consiste en la creación del “Barrio 31”, mediante la apertura de calles, la urbanización de diferentes sectores del asentamiento, y la regularización de propiedades y terrenos.
Nada de demoliciones ni recolocaciones. Los habitantes de la villa, con el proyecto en la mano, pretenden ser escuchados en la causa que enfrenta a los gobiernos de Ciudad y la Nación.


El viaje, el encuentro con las murgas y los vecinos de la Villa

11:35 hs: Nos encontramos sobre el micro a punto de salir para la “Villa 31”, ese amplio espacio que alberga a mas de 12 mil familias
ubicada en Capital Federal. Mucho entusiasmo y expectativas que se mezclan con los bombos y redoblantes que van pasando para el fondo del bondi acomodándose en algún lugar. Hicieron su aparición banderas distintivas del color murguero, aire tibio de la mañana que se enreda en dos pequeñitos que juegan y esperan junto a todxs.
Hace poco más de una hora nos empezamos a reunir en Plaza San Martín. Confluyeron alli diversas murgas de aquí de La Plata para viajar juntos en dos micros hasta Capital Federal, hacia donde comenzamos nuestro viaje cerca del mediodía. Hicimos un alto antes de llegar a destino, mientras comenzaban a acercarse tímidamente los sonidos de unos instrumentos de carnaval que nos acompañaron durante todo el viaje.
La ruta se empieza a enterar desde donde viene el ruido. Los primeros momentos del viaje transcurren cargados de matecitos, música, presentaciones y buenas energías que suben, bajan, se chocan entre si y buscan la ventana para salir a otras partes, allí afuera, a la calle del barrio que sueña y a la casa del que se ha dormido creyendo que no sueña: a todas partes.
Al llegar, ya se encontraban en el lugar varias murgas que hicieron de anfitriones, además de una gran cantidad de personas que se acercaron guiadas por el color y el ritmo de murga que sonaba. Esa tarde convivían en el aire un poco de humo con olor a chori, la majestuosidad material de estructuras inmensas tales como el Hotel Sheraton, casas precarias en calles de tierra, gente curiosa y un Sol hermoso que nos alumbro sin dudarlo con el mismo calor a todxs
(15:35 aproximadamente). Caminando por allí, bastaba levantar la mirada un instante y observar a nuestro alrededor para confirmar que nos encontrábamos en uno de los sectores de la provincia de Buenos Aires que se presenta como una de las máximas expresiones de esta lucha desigual entre el poder que lucha por mas poder y seres humanos que luchan por sobrevivir un día mas en un sector de la sociedad marginado y estigmatizado hasta el hartazgo, expresando así las complejidades y las transformaciones que marcan a la metrópoli de Buenos Aires en la actualidad, desnudándola como el fruto de un proceso que comenzó hace décadas.
Al bajar de los colectivos, todas las murgas presentes se juntaron en un semicírculo que invitaba a bailar junto a los bombos, redoblantes y platillos que redoblaban la apuesta. Levitas, galeras bastón y zapatos se dieron cita levantando polvo en esa calle. Una señora miraba con su hijito en brazos en la ronda, hubo aquel que bailo animado por personas cercanas a el. De fondo la música parecía aturdir al más sordo y se permitía llegar a todxs. Allí no había conceptos académicos sobre las ganancias y las perdidas de un sistema económico ya trillados y gastados de inutilidad, no caían libres las palabras que matizan y endulzan discursos y leyes que se encuentran a años luz de ser reales, no estaba esa complejidad barata en la mirada de los pequeños que se reían al ver tanta alegría. En ese lugar las personas se contaban sus tristezas y alegrias mediante una fiesta de rebeldía colectiva.
La tarde continuaba hermosa. Luego de una hora comenzamos a marchar. La murga local “Los guardianes de Mugica” encabezaban la movilización llevando estandartes con identificatorios de la histórica murga junto a una bandera que retrataba al “cura villero” mientras rezaba “Mugica Vive, Por la recuperación de la dignidad, por tierra y trabajo. Los Guardianes de Mugica”.
Caminamos las primeras cuadras con la expectativa encendida de lo que íbamos a ver. El carnaval murguero llegaba a la Villa 31 y pedía permiso, mas su música no, ella avanzaba y arrastraba todo penetrando en esos rincones oscuros de una casa precaria, en los pasillos de tierra tibia por el sol de esa hora, en las viviendas de material con arreglos inconclusos, al kioskito, al comedor, a la iglesia, todo. La alegría era contagiosa y nos dejamos infectar. La gente salía a la vereda para ver que pasaba y se encontraba con esto: un grupo de murgas convocadas con el único objetivo de llevar esa sentimiento a otra parte, y esa tarde llego hasta allí.
Los trajes brillaban y los bailarines tiraban patadas al aire para recibir abrazos. A medida que los grupos pasaban por las calles lxs vecinos salieron con sus hijxs en brazos. Algunos aplaudían y otros se sumaban tímidamente a la columna murguera que avanzaba.
Un poco más de una hora hicimos de recorrido y llegamos hasta un playón donde se encuentra actualmente el “Comedor Padre Múgica”. Allí un escenario improvisado nos convoco a todos frente a el. Luego, el matecocido y las tortas fritas que Nelly Azul y otros chicos nos ofrecieron, marcaron el terreno para sentarse a ver el desfile de las distintas murgas que allí se encontraban. Nuevamente el color y el baile brillaron a pesar de que la tarde caía y se ponía fría y la luz natural del Sol se volvía cada vez más tenue. En ese espacio, no contábamos con luz eléctrica, así que dependiendo de las condiciones en la que nos encontrábamos, el desfile mostró todo su color. Ocurría que allí, en ese sector del Gran Buenos Aires que por muchos es pretendido para levantar emprendimientos inmobiliarios confluyeron esa tarde vecinos del lugar y miembros de
organizaciones barriales y juveniles con el claro objetivo de mostrar que todxs tenemos innato el espíritu de la fiesta popular, el animo de pensar que a pesar de las condiciones desfavorables que el entorno material ha provocado sobre estos barrios, la población se expresa y promueve la esperanza por medio de la movilización, la unión carnavalesca y la marcha hacia caminos en común. En este marco y en medio de este tipo de observaciones, la tarde nos acercaba al final del encuentro. La alegría y la lucha combinadas en ese 11er mayo murguero en la Villa 31 concluía.
Nos despedimos de las diferentes murgas y de los vecinos antes de subir al micro. La villa se alejaba, otra vez las luces de la autopista y el ruido del motor que se quejaba.
Será hasta el próximo año, murgueros, cuando la alegría de ese carnaval vuelva a levantar polvareda en esos pasillos volviendo a encender los corazones del bailarín, del anciano, de la señora y su hijito en brazos, de Mugica y sus guardianes villeros.


Ver video de la marcha

Más información sobre la Marcha en el Blog de Los Guardianes de Mugica

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